Siempre es bueno mirar hacia atrás y ver todo lo que uno ha construido en base al entrenamiento. Desde que ingresamos a ese dojo que nos parecía intrigante, hasta ahora, que ya tenemos un poco más de conocimiento.
En ese entonces, yo era alguien que no tenía disciplina, y que tenia mucho temor a fallar como kendoka. Iba invitado por una amiga, a la cual le debo mi estilo de vivir actual. Veo los videos, y recuerdo (con un poco de verguenza) como daba esos men para el lado, unos kote que pasaban de largo, y otros lindos costilla-do que eran siempre bien recibidos con una hermosa cara por parte del ushidachi.
Pero a lo largo de mi camino, he ido aprendiendo a ser más disciplinado, el shinai ya es un fiel amigo e inseparable compañero, además de sentirme muy bien conmigo mismo por el hecho de estar practicando kendo.
Si bien hay veces que falto, ya sea por motivos personales o de estudios, siempre está ese bichito que me dice "Anda a entrenar". Y siempre lo dice con fundamentos. Al estar bien conmigo mismo, estoy bien con mis pares, con mi mundo. Y si todo eso se transforma en una armonía de buenas vibras, mejor me sale mi técnica.
Es así como el poder de la unión me lleva a estar bien, me lleva por un buen camino. Y si hay algo que me moleste, o que me irrite, el kendo siempre me ha enseñado a desestresarme y continuar sin bacilar.
Si tu cuerpo, alma, y tu espada son uno solo, lo más seguro es que seas invencible.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario